Nuestra espiritualidad se enraiza a la vez
en a tradición ignaciana y
en la experiencia de la Renovación carismática.

BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO
& ESPIRITUALIDAD IGNACIANA

VIVIR CONDUCIDOS POR ÉL

«Buscar y encontrar a Dios en todas las cosas.»
Ignacio de Loyola

Creemos que el Bautismo en el Espíritu Santo revitaliza nuestro bautismo. En ese momento fundador, experimentamos el amor personal de Dios que nos conduce a dar totalmente nuestra vida a Cristo. Modelados por la espiritualidad ignaciana, fundamos nuestra vida en la escucha de la Palabra de Dios y la obediencia a la Iglesia para ordenar nuestra vida según Su voluntad.

Por ese doble arraigo, saboreamos la vida carismática con la fuerza y la dulzura del Espíritu Santo que nos da la audacia y el corage de testimoniar y evangelizar, mientras que el acompañamiento espiritual regular, al estilo de San Ignacio, nos ayuda a reconocer el paso de Dios en nuestra vida y nos enseña a prestar atención a los movimientos interiores y a la consolación con la que el Señor nos guía.

APASIONADOS POR ANUNCIAR
LA BUENA NOTICIA

SEGUIR A JESÚS POBRE Y HUMILDE

«Dispuestos siempre a dar explicación de vuestra esperanza.»  1Pe 3,15

Nuestra comunidad no busca un fin en sí misma. Nos atrevemos a reconocer en las palabras de Jesús en la sinanoga de Nazaret lo que define nuestra vocación: Notre communauté n’a pas de fin en elle-même. Nous osons reconnaître dans les paroles de Jésus à la synagogue de Nazareth ce qui définit notre vocation : « El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista, a poner en libertar a los oprimidos, a programar el año de gracia del Señor » (Lc 4, 18-19)

Como consecuencia, todos los aspectos de nuestra vida se organizan para la misión de evangelizar: habitat, estilo de vida, estudios y formación. A lo largo de nuestra vida, se nos invita a seguir una formación tanto humana como espiritual y teológica para profundizar en nuestra fe, pero también en nuestra inteligencia. Siendo capaces de entrar en diálogo con toda persona, podemos transmitir lo que nos hace vivir y responder a los desafíos de nuestro mundo.

APASINADOS POR LA UNIDAD

ATREVERSE A CREER EN
LA UNIDAD VISIBLE DE LA IGLESIA

«Que todos sean uno, como tú Padre en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado«. Jn 17, 21

Miembros de la Iglesia católica, de las Iglesias ortodoxas, de las Iglesias orientales, de la Comunión anglicana, de las Iglesias reformadas, luteranas, evangélicas y pentecostistas, elegimos vivir, rezar y evangelizar juntos, sin renunciar a nuestra identidad propia y en comunión con nuestras Iglesias respectivas.

«Porque la división de los cristianos es el mayor obstáculo para la evangelización, porque creemos que se cumplirá la oración de Jesucristo por la Unidad: « Que todos sean uno para que el mundo crea», juntos, Ortodoxos, Protestantes, Católicos, sin más dilación, comenzamos el humilde camino de una vida cotidiana compartida.“ (Manifiesto Comunitario, 1986)

APASIONADOS POR LA JUSTICIA

TODOS HERMANOS

«Tuve hambre y me dísteis de comer». Mt 25, 35

Allí donde estamos, en el barrio o en nuestra parroquia, estamos atentos a las necesidades económicas o sociales de nuestro país, en nuestra vida profesional, de manera local e internacional, deseamos vivir y comprometernos por un mundo de justicia.
Esto se traduce de maneras diferentes: presencia médica en África, Francia o Brasil, acción social con los niños de la calle en el Congo, Madagascar o las Islas Mauricio; presencia educativa en los colegios, con los migrantes, reflexión y compromiso profesional y político, defensa del medioambiente…